De todas las culturas musicales del mundo, la Balinés (de Bali, Indonesia) – que ofrece una variedad de orquestas de percusión agudos conocidos como “Gamelán” – parece subrayar el valor de la sincronización. Enseñando música a los niños estadounidenses de la escuela primaria durante diez años, el etnomusicólogo Alexander Khalil observó que la capacidad de sincronizar, independientemente de otras habilidades musicales, parece relacionarse estrechamente con la capacidad de “prestar atención”, o mantener la atención no sólo en la clase de música pero en otras áreas también.
Los déficits en el tiempo de integración han sido reportados en pacientes con TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) (Barkley: 1997), y los pacientes con dislexia (Tallal, 2004). En este último caso, se ha demostrado que la formación intensiva en una tarea que implica el procesamiento temporal ha dado lugar a mejoras significativas. Puesto que la música es una parte omnipresente de la cultura humana, es razonable especular que alguna ventaja evolutiva se pueden derivar de su práctica. Todos los patrones musicales involucran múltiples escalas de tiempo que pueden ir desde decenas de milisegundos a decenas de minutos de duración. La práctica musical exige un nivel único de integración en el procesamiento de estos diferentes intervalos y por lo tanto pueden jugar un papel importante en el refinamiento de la percepción temporal y facilitar la coordinación y comunicación entre los miembros de un grupo.
Khalil, Victor Minces, y Andrea Chiba comenzaron a investigar esta cuestión en el 2010. Su proyecto piloto, llevado a cabo en el Museum School, en San Diego (California, EEUU), demostró una correlación significativa entre la capacidad de 150 niños para sincronizar en un marco conjunto y el rendimiento de atención general, medida por el estándar de los tests psicométricos y cuestionarios de los profesores. Ahora que la relación entre la capacidad de sincronizar musicalmente y el rendimiento atencional se ha establecido, y debido a la sincronía musical se puede aprender, el equipo de investigación trata de determinar si un período de la práctica musical se pueden traducir a la mejora general del rendimiento atencional.
La música, que durante miles de años ha acompañado al hombre, hoy en día es el centro de una investigación que busca entender cómo afecta al cerebro.
Especialistas están usando todo tipo de instrumentos simples, combinados con escáneres de vanguardia, para descubrir cómo el cerebro reacciona a las melodías.
Sospechan que la música puede ayudar a mejorar la concentración y la calma, lo que serviría para el tratamiento de la hiperactividad.