León Trahtemberg.-

Muchas familias, clubes deportivos  y colegios han traducido las recomendaciones de los  psicólogos de evitar traumatizar a los niños que tienen algunas dificultades en una actitud de recompensar a todos por cualquier cosa que hagan. Incluso ahora se otorgan trofeos y medallas a todos,  por el solo hecho de participar. Se quiere transmitir a los niños la sensación de que siempre son ganadores, o que todos son ganadores.

Por eso es bueno estudiar el efecto de las alabanzas y las recompensas en los niños.

Lo que se conoce es claro: los premios ocasionales o producto de mucho esfuerzo pueden ser motivadores poderosos, pero el reconocimiento sin parar no inspira a los niños a tener éxito. Es más, puede desalentarlos.

Sobre el tema Ashley Merryman escribió un interesante artículo “Losing Is Good for You” (New York Times, 24/09/2013) en el que cita hallazgos de la psicóloga Carol Dweck de la Universidad de Stanford quien encontró que los niños en un principio responden de manera positiva a las alabanzas y disfrutan de escuchar que son talentosos e inteligentes. Pero después de muchos  elogios respecto a sus habilidades innatas, tienden a colapsar ante las primeras experiencias de  dificultad. Desmoralizados por el fracaso que no saben cómo digerir, prefieren evadir la situación de riesgo en lugar de hacer nuevos intentos por superarlos. Los investigadores Bradley Morris y Shannon Zentall pidieron a varios niños en un experimento controlado, que hagan dibujos. Los que escucharon elogios por su trabajo respecto a su talento innato se obsesionaron dos veces más que los otros con los errores que habían hecho. El paso siguiente es abandonar ante algo exigente.

A los 4-5 años los niños ya no pueden ser engañados con trofeos. Ellos saben quién hace las cosas muy bien y a quién le cuesta trabajo hacerlo. Pero aquellos que pueden sentirse animados a   competir, si saben que automáticamente van a recibir una recompensa, actúan como si pensaran  ¿para qué esmerarse? ¿Por qué molestarse en aprender a resolver problemas?

Merryman sostiene que si él fuera un entrenador de béisbol, solo tendría tres premios: al mejor en todo, al que tiene mayor progreso y al que muestra más deportividad, y les daría una lista de cosas  que hay que hacer para ganar cada uno de esos premios. Sabrían desde el primer momento que la excelencia, la mejora, el carácter y la persistencia son valorados.

Sin duda antes de castigar a los niños se debe tener en cuenta sus niveles individuales de desarrollo cognitivo y emocional, para lo cual hay que hacer un seguimiento de cada uno,  cambiando el enfoque de trabajo si hay resultados negativos. Sin embargo, cuando se trata de premios, sostener que los niños deben ser tratados todos de manera idéntica -todo el mundo siempre tiene que ganar- parece un error. Eso solo produce resultados negativos para los niños concretos y para la sociedad en su conjunto.

Quienes estudian los recientes aumentos en el narcisismo en los estudiantes advierten que cuando las salas de estar están llenas de trofeos de participación el mensaje cultural  parece ser que para tener éxito basta con participar. Poco a poco los estudiantes de colegio y universidad llegan a la conclusión que si se puede recibir premios y reconocimientos sin que haya mediado un trabajo esforzado ¿para qué esforzarse?.  En no poco casos, hay empleados que por  asistir puntualmente a todas las jornadas de trabajo y actividades creen estar en la línea para merecer algún reconocimiento o ascenso.

La verdad de las cosas es que en la vida muchas veces se pierde más de las que se gana, aún si alguien es bueno en un campo. Las personas sólidas son aquellas que pese a ello siguen adelante  sin resignarse. Si los niños cometen errores, no se trata de convertirlos en victorias decoradas. Se trata de enseñarles a subsanar sus errores, superar sus dificultades y contratiempos, tolerar las frustraciones, de modo que puedan entender que el éxito es función del progreso a lo largo del tiempo y no el resultado de una victoria o derrota en particular.

El niño tiene que recuperar su derecho a perder.

Fuente: http://eltiempo.pe/2013/10/19/el-derecho-de-los-ninos-a-perder/

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