El investigador del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford critica «la resistencia al cambio de los sistemas educativos»
La tecnología entraña riesgos, «pero las oportunidades que conlleva son muchas y muy interesantes». Cristóbal Cobo coordina estudios sobre innovación educativa, aprendizaje y el futuro de internet en la Universidad de Oxford. Colabora además en diferentes proyectos desarrollados para la Comisión Europea. Este experto ofreció su particular visión sobre el cambio educativo en un debate organizado en el campus de la Universidad Europea en Madrid hace poco más de un mes. Hasta allí llevó su pionera teoría del «aprendizaje invisible» en plena era digital.
-¿Cómo se puede encontrar un punto de equilibrio entre la educación formal y la informal, las experiencias vividas dentro y/o fuera del aula física y virtual?
-Esa es la gran pregunta: cómo cruzar ambos aprendizajes, cómo encontrar mayores flujos de adaptación de ambos sistemas o estructuras… Encontrar ese equilibrio es difícil porque los sistemas educativos se han convertido en estructuras tremendamente eficientes para resistirse al cambio. Si las universidades que hoy tenemos anunciaran que no piensan hacer nada nuevo en los próximos cinco años tendrían igualmente una gran demanda de estudiantes.
-¿Es un mercado en el que la oferta no modifica la demanda?
-Exacto. El último informe de Davos recogía un crecimiento exponencial del 160% de la educación terciaria en los últimos 20 años. ¡Está claro que es un negocio fantástico tal y como está! Sobre todo, si consideramos que es además un producto sin garantía de devolución: el estudiante que obtiene una educación que no le sirve para el futuro no puede reclamar el tiempo o el dinero invertido.
-Pero sí existe una reclamación social, por lo menos en el caso español está ocurriendo eso ante la cifra alarmante de desempleo juvenil…
-Larry Cuban utiliza un concepto que me gusta mucho: «No hay que “educacionalizar” los problemas». El sistema educativo tiene probablemente mucho que ver con el desempleo, pero hay otros factores que son parte de la ecuación. Es muy peligroso atribuir el paro solo a la educación.
-¿Percibe un cambio de esa actitud inmovilista?
-Los sistemas educativos siguen siendo herencias de una estructura industrial: formar para estandarizar. El ejemplo más claro de esa estandarización es PISA, que es una aberración como instrumento para identificar talentos y habilidades individuales. PISA no puede ser la única brújula que marque el norte hacia el que tienen que evolucionar los sistemas educativos, porque la gente acaba comparándolos como si fueran salsas de tomate. Insisto, esa obsesión por cuantificar tiene mucho que ver con la herencia industrial, pero las escuelas no pueden ser fábricas de licenciados sin más.
-¿Coincide con la OCDE en que el factor más importante para el progreso escolar es el entorno socio-económico y socio-cultural del alumno, no el presupuesto en educación?
-Por supuesto. El error es que mientras el diagnóstico sobre la importancia del entorno está bien, PISA sigue midiendo a todos los estudiantes con la misma regla. Einstein decía: «Si se juzga a un pez por su capacidad de trepar a un árbol, se pasará toda su vida creyendo que es un estúpido». Esto es exactamente lo que pasa con PISA. La buena noticia es que para 2015 incluirá una prueba digital de resolución colaborativa de problemas.
-¿Se refiere a la prueba que medirá no solo el resultado sino el proceso por el que se llega a él?
-Eso es. Está pensada para entender cómo son los procesos de negociación entre pares y cómo se diseña una estrategia de acción a partir del entendimiento de un problema. Permite además analizar datos más difíciles de medir pero que tienen mucho más que ver con cómo las personas administramos el conocimiento. Hoy en día, el contenido está disponible en muchos sitios, a través de los diferentes dispositivos, pero las capacidades de cada uno están en el cerebro. Por ello, es mucho más útil centrarnos en cómo aprendemos y no solo en qué aprendemos.
-¿Le parece una «caza de brujas» la crítica constante al profesorado?
-Si una persona quiere tener un trabajo cómodo no opta por la educación, hay otros empleos menos estresantes y mejor remunerados. Lo que ocurre es que aniquilamos la vocación del docente al bombardearle con una carga enorme de actividades y unos programas de estudios adsurdamente extensos, que dan prioridad a la mera recopilación de contenidos en lugar de potenciar otras habilidades… Al final el profesor está tremendamente instrumentalizado y se convierte en una especie de funcionario del sistema educativo.
Fuente: http://www.abc.es/economia/20140325/abci-cristobal-cobo-educacion-oxford-201403232025.html