El cerebro de Albert Einstein, con una masa de 1.230 gramos, no era mayor que el de un hombre adulto normal. Sin embargo, el análisis de 14 fotos tomadas luego de su muerte revela que estaba estructurado de un modo distinto.

Investigadores explican que el cerebro del famoso físico presenta características distintas al resto de personas.

«El cerebro de Einstein tenía un córtex prefrontal extraordinario, lo que pudo contribuir a sus excepcionales capacidades cognitivas», escriben los autores de la investigación en la revista Brain, que el viernes presentaron sus resultados.

Los investigadores, dirigidos por la antropóloga Dean Falk, de la Universidad del Estado de Florida (EE.UU.), también descubrieron anomalías en los lóbulos parietales, situados a ambos lados del cerebro sobre las orejas.

El estudio del cerebro de Einstein se inició tras su muerte en 1955 cuando el patólogo Thomas Harvey lo fotografió desde distintos ángulos antes de cortarlo en 240 trozos para poderlo estudiar.

En el 2010, tres años después de la muerte de Harvey, sus herederos donaron el material que le quedaba de Einstein al Museo Nacional de Salud y Medicina que el ejército de Estados Unidos tiene en Maryland. Entre este material se encuentran las 14 fotos recientemente analizadas.

Albert Einstein es ampliamente considerado un genio, pero ¿cómo llegó a serlo? Muchos investigadores han asumido que debió de tener un cerebro muy especial para llegar a elaborar la Teoría de la Relatividad y otras perspectivas impresionantes que forman la base de la Física moderna. Un estudio de 14 fotografías recientemente descubiertas del cerebro de Einstein, que fue preservado para su estudio, llega a la conclusión de que era de hecho muy inusual en muchos aspectos. Pero los investigadores todavía no saben exactamente cómo los dobleces adicionales del cerebro y circunvoluciones se tradujeron en las capacidades asombrosas de Einstein.

Una de las fotografías inéditas.

La historia del cerebro de Einstein es una larga saga que comenzó en 1955, cuando el físico ganador del Premio Nobel murió en Princeton, Nueva Jersey, a los 76 años. Su hijo Hans Albert y el albacea, Otto Nathan, dieron permiso al patólogo Thomas Harvey de preservar el cerebro para su estudio científico. Harvey lofotografió y lo cortó en 240 bloques, los cuales protegió con una resina. Cortó los bloques en unas dos mil secciones delgadas para su estudio microscópico y en los años siguientes distribuyó diapositivas y fotografías microscópicas a 18 investigadores de todo el mundo. Con la excepción de las diapositivas que Harvey guardó para sí, nadie está seguro de dónde quedaron las repartidas y muchas se han perdido conforme los investigadores se retiraron o murieron.

Sólo se publicaron seis estudios revisados por sus colegas. Sí se encontraron características interesantes en el cerebro de Einstein, incluyendo una mayor densidad de neuronas y una proporción más alta de lo normal de células gliales (que ayudan a las neuronas a transmitir los impulsos nerviosos). Dos estudios de anatomía –incluyendo uno publicado en 2009 por el antropólogo Dean Falk, de la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee– encontraron que los lóbulos parietales, posiblemente ligados a su capacidad para conceptualizar problemas de Física, tenían un patrón inusual de surcos y crestas.

Pero el estudio de Falk se basó en sólo un puñado de fotografías que le dio Harvey, quien murió en 2007. En 2010, los herederos de Harvey transfirieron todos sus materiales al Museo Nacional del Ejército de EE.UU. de Salud y Medicina (NMHM), en Silver Spring, Maryland. Para el nuevo estudio, publicado en la revista Brain, Falk se asoció con el neurólogo Federico Lepore y la directora del museo, Adrianne Noe, para analizar 14 fotografías de la colección de Harvey, que nunca antes se habían hecho públicas. El documento incluye una «hoja de ruta» elaborada por Harvey que relaciona las fotografías con los 240 bloques y las diapositivas microscópicas, con la esperanza de que otros científicos los utilizaran para hacer el seguimiento de la investigación.

El equipo comparó el cerebro de Einstein con los de 85 personas descritos en estudios científicos y encontraron que el gran físico sí tenía algo especial entre las orejas. Aunque el cerebro, que pesa 1230 gramos, es sólo de tamaño medio, pero varias regiones cuentan con circunvoluciones y pliegues adicionales raros. Por ejemplo, las regiones en el lado izquierdo (que facilitan la percepción sensorial y el control motor de cara y lengua) son mucho más grandes que el promedio, y la corteza prefrontal (ligada a la planificación, la atención y la perseverancia frente a retos) tiene mayor extensión.

«En cada lóbulo» (incluyendo los frontales, parietales y occipitales) «hay regiones excepcionalmente complicadas en sus circunvoluciones», dice Falk. En cuanto a las áreas ampliadas vinculadas a la cara y la lengua, Falk cree que se relacionan con la famosa cita de Einstein de que su pensamiento era a menudo «muscular» en lugar de verbal. Aunque este comentario se interpreta generalmente como una metáfora de sus experiencias subjetivas al pensar en el universo», puede ser que Einstein usara la corteza motora de manera extraordinaria», vinculada a la conceptualización abstracta, dice Falk.

Albert Galaburda, un neurocientífico de la Universidad de Harvard, considera que «lo bueno de este trabajo es que da a conocer toda la anatomía del cerebro de Einstein en gran detalle.» Sin embargo, añade Galaburda, el estudio plantea «cuestiones muy importantes para las que todavía no tenemos respuesta.» Entre ellas, está por ver si Einstein comenzó con un cerebro especial que lo predispuso a ser un gran físico, o si el estudio de la física causó que ciertas partes de su cerebro se expandieran. El genio de Einstein, especula Galaburda, probablemente se debió a «una combinación de un cerebro especial y el ambiente» y por eso los investigadores ahora tratarán de compararlo  con los de otros físicos talentosos para ver si sus características eran únicas o también se observan en otros científicos.

Falk supone que tanto la naturaleza como la educación fueron decisivas, pues los padres de Einstein eran «muy enriquecedores» y lo animaron a ser independiente y creativo, no sólo en la ciencia sino en la música; le pagaron clases de piano y violín (en 2009, Falk publicó que una región del cerebro relacionada con el talento musical estaba muy desarrollada en Einstein).

«Einstein programó su propio cerebro», dice Falk, quien agregó que cuando el campo de la Física estaba maduro para nuevas ideas, «tenía el cerebro que se precisaba en el lugar preciso en el momento preciso».

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