En toda Europa se exige una carrera universitaria para trabajar en un jardín de infantes, no así en Alemania. Ahora se comienzan a exigir mejores calificaciones, y siguen haciendo falta educadores, sobre todo hombres.
En Alemania hay cerca de 70 carreras con el título de “Pedagogía Infantil” que pueden cursarse como estudio a tiempo completo o al mismo tiempo que se trabaja. Sin embargo, la mayoría de las personas que cuidan y educan a los niños en los jardines de infantes alemanes no estudiaron una carrera universitaria. Uno de los motivos es, según Elke Alsago, una sociopedagoga que dirige una de esas carreras en la Escuela Superior Protestante de Hamburgo, el concepto de la mujer que hay en Alemania. “La carrera de educador(a) es una típica carrera para mujeres que se entiende como una preparación para su vida como esposa y madre”, explica.
En otros lugares del mundo, por el contrario, las mujeres están inmersas en mayor medida en el mundo laboral. “En otros países es más común la imagen de la madre que trabaja fuera de la casa, lo que aquí es relativamente nuevo”. Sin embargo, aunque en Alemania hay cada vez más carreras para formar educadores, no ha aumentado el número de maestros titulados, ya que, luego de obtener su diploma, la mayoría no trabaja como educador, sino que pasa a estudiar otras especialidades en el área de asesoramiento, o para ocupar cargos directivos en instituciones sociales.
Para los niños, ¿lo mejor?
En Alemania hacen falta, sobre todo, maestros de jardín de infantes. A partir de agosto de este año, en toda Alemania los niños menores de tres años tendrán derecho a un lugar en un Kindergarten. Pero para poder cumplir con la demanda hacen falta aún aproximadamente 222.000 cupos y unos 42.000 maestros de parvulario. En vista de la situación, el llamado a convertir la formación de los educadores en carreras de nivel académico parece un absurdo.
Elke Alsago también opina que es poco realista que, en un futuro cercano, todos los educadores hayan pasado por las aulas universitarias. Y dice que eso tampoco es necesario. Ella propone formar equipos interdisciplinarios que se complementen. “Sería bueno si en cada equipo hubiese uno o dos académicos que apoyaran y asesoraran a sus colegas”.
Se necesitan más hombres que trabajen como educadores
Klaas Bock tiene 29 años y trabaja desde hace tres años como maestro de un jardín de infancia en Hamburgo y estudia, en forma paralela, la carrera “Trabajo Social con la
especialización en “Educación Temprana”. El trabajo con los niños lo entusiasma y espera poder volcar sus conocimientos en la labor cotidiana con los más pequeños. Una vez concluida su carrera, Klaas Bock quiere seguir trabajando en su profesión, pero los bajos sueldos lo asustan. Un maestro de jardín de infantes gana en Alemania un salario bruto de cerca de 1.800 euros. Pronto deberá decidir si sigue en el parvulario o no, y es muy probable que renuncie a su trabajo buscando mejores perspectivas.
Un caso como muchos, que hace que en Alemania se pierdan educadores y por lo cual hay cada vez menos hombres que ejercen esa profesión. Sin embargo, se los necesita con urgencia. Solo un 2,5 por ciento de los pedagogos en jardines de infantes y en guarderías son hombres, pero los expertos opinan que los varones los necesitan como maestros: “En general, los niños juegan de otro modo que las niñas, gritan más y también necesitan más movimiento”, dice Klaas Bock. Y añade que los hombres también ponen el acento en otros aspectos en la educación de los chicos. “Por eso se los necesita más que nunca en los establecimientos educativos para la infancia”.
Autora: Janine Albrecht/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse